Perrier Jouët

Epernay, 1811: la boda de Pierre-Nicolas Perrier y Adèle Jouët alumbra el nacimiento de la Maison Perrier-Jouët. Caracterizada desde sus orígenes por una exigencia sin concesiones, la Maison fue pionera en el campo de la trazabilidad y en la lucha contra las falsificaciones. Perrier-Jouët fue la primera Maison de Champagne que exhibió la añada en sus botellas, tradición que adoptarían muchas otras después. Por otra parte, como ha sucedido en diversas ocasiones, si la cosecha no está a la altura de las expectativas, la Maison pone siempre por delante la calidad y deshecha la producción. La calidad es el único compromiso. Algunos vinos, elaborados en años especialmente singulares, son seleccionados y confiados al silencio de sus bodegas.

Y, si bien cada una de estas añadas posee un carácter propio y distintivo, todas sin excepción ilustran la excelencia de los viñedos Perrier-Jouët. Es ahí, en el Edén, donde se conserva nuestra añada más antigua de champagne: Perrier-Jouët 1825.

Esta búsqueda de la perfección garantiza a Perrier-Jouët un lugar de excepción en las mesas más distinguidas. Es el caso de las cortes reales de Napoleón III o la Reina Victoria, entre otras. Desde que la Princesa Grace de Mónaco declaró que la botella de champagne con las emblemáticas anémonas era su preferida, Perrier-Jouët Belle Époque lleva acompañando el Baile de la Rosa durante muchos años.

La familia Perrier-Jouët posee viñas en Champagne desde principios del siglo XVIII. Con los años, el patrimonio se amplió con perspicacia y precisión, de acuerdo con el estilo que la familia deseaba adoptar para sus vinos. La excelencia de la materia prima siempre ha sido la mayor preocupación, por lo que se otorga un lugar privilegiado a los nobles Chardonnays, que aportan su peculiar carácter a los vinos de la Maison. En la primera mitad del siglo XX, Perrier-Jouët tuvo el privilegio de adquirir dos legendarios terroirs: Bourons Leroy y Bourons du Midi. Hoy los viñedos lindan rayan la perfección, como demuestran los criterios de evaluación de la denominación de origen de Champagne (AOC). Con su presencia en todas las cuvées, lo que aporta longitud y equilibrio, los cinco principales vinos del «triángulo mágico de Champagne» conforman la espina dorsal de los viñedos de la Maison:

Cramant y Avize (Côte des Blancs), Mailly (Montagne de Reims), Aÿ y Dizy (Vallée de la Marne). Perrier-Jouët posee las mejores parcelas de toda la Côte des Blancs (los Grand Crus de Cramant y Avize). Con su magnífica ubicación, plantados a media ladera y con orientación sur-sureste —lo que favorece la excelente madurez de las uvas Chardonnay, la variedad elegida por la Maison— confieren al vino sus generosos aromas de flores blancas. Las Pinot Noirs del Grand Cru de Mailly, más frescas y delicadas que las de la montaña sur de Aÿ, en el Vallée de la Marne, aportan la elegancia y gracilidad de sus notas de frutas frescas. Constituyen una firme estructura para las Chardonnays de la Côte des Blancs, aunque sin llegar a ser predominantes. A su vez, las generosas y afrutadas Pinot Meuniers del Premier Cru de Dizy aportan encanto, redondez y generosidad a las cuvées.

 

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